lunes, 1 de agosto de 2011

“El juego de la lata”

Bajábamos por las escaleras como cada noche y cruzábamos la entrada para salir por la cancela que separaba el edificio de la calle. Era raro que a esas horas de la noche todavía quedasen niños en el patio. Abrimos la cancela y nos quedamos en los escalones que dan a la calle. Una niña y un niño quedaron dentro, estaban jugando a no sé qué.

-¿Me puedes pasar esa lata que está en el suelo?- dijo la niña sacando el brazo por la cancela en señal de que se la dieran en la malo.

Era una lata de Red Bull y estaba en la calle tirada.

-Pero está en la calle, las cosas del suelo no se cogen.- respondí automáticamente.

Él la cogió y se la dio a la niña que estaba ansiosa. El niño estaba a su lado, paciente.

-Si no estuviera la cancela ahí la abrían cogido ellos. O si no estuviéramos nosotros aquí la hubieran abierto y la hubiesen cogido de todas formas.-me respondió con sus sabias palabras.

-Es verdad- le respondí.

Tras la cancela observábamos cómo los dos niños se sentaban a lo indio en el suelo de chinos de la entrada. Estaban uno enfrente del otro y la chica, que era la que llevaba el mando, puso la lata entre los dos y la giró con la mano, simulando el típico juego de la botella. El chico esperaba enfrente, algo tímido. Me quedé sorprendida, me gustaba observarlos tras la cancela, que cuando me di cuenta los observaba tras un dibujo de un corazón que formaban los hierros. Me pareció curioso. El primer giro no apuntó ni a uno ni a otro pero la chica seguía la dirección de la lata y por arte de magia hizo que coincidiese con su rodilla.

-Me ha tocado a mí. ¡Elijo beso!- respondió satisfecha.

El chico se hechó las manos a la cabeza en símbolo de ¡oh no!

Nosotros contemplábamos la escena como si estuviésemos en el cine viendo una película.

La chica dio otra oportunidad al muchacho e hizo girar otra vez la lata haciendo que coincidiese de nuevo con ella, esta vez con su pie.

¡Beso! - gritó de nuevo.

Esta vez no hubo más oportunidades. Se acercó la mano a la boca y se dio un beso en la palma de la mano. Seguidamente con el beso en ésta dio una palmada en la cabeza del niño en señal de que ya le había dado el beso.

Los chicos seguían con su juego mientras nosotros comentábamos la escena. Y otra vez más los niños me hicieron sonreir.

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