lunes, 7 de marzo de 2011

Sonrisas con sabor a limón

Llegaron justo a tiempo, incluso antes que otras veces. Al final él se había salido con la suya, y aunque ella dijese que no, sabía que era lo mejor.

-Toma, para que te acuerdes de mí.
-Anda, si no hace falta que me des nada, yo siempre me acuerdo de ti todos los días- Respondió ella con una sonrisa – Venga tengo que irme-



Cuando llegó, se dirigió hacia la parada del urbano. Hacía frío, y mientras esperaba se metió la mano en el bolsillo. Una sonrisa iluminó su cara. Tenía que acordarse de él, era tan bueno. Aún quedaba su calor. Era como si todavía estuviese allí. Lo agarró tan fuerte que le dio la sensación de que él apretaba aún más fuerte, como hace cuando no quiere que se vaya. Pero no, no estaba allí.

Ella estaba de nuevo en esa ciudad, esa ciudad que cada día iba siendo un pedacito más de su vida.

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